1.Reconoce la declinación funcional como la expresión de una enfermedad subyacente: por ejemplo, el
hecho de que un paciente que habitualmente viajaba en cualquier medio de transporte sin dificultades
comience a tener problemas para hacerlo, se desoriente o tenga confusiones con el dinero, constituye
un signo de deterioro del estado funcional que debe tomarse como signo de que algo perjudicial
está ocurriendo.
2.Permite evaluar y objetivar el grado de independencia del paciente que, a su vez, está íntimamente
relacionado con la calidad de vida y el costo asistencial.
3.Incrementa la efectividad del examen clínico: esto es así porque aporta una sistemática en el
abordaje del paciente y utiliza escalas que permiten objetivar su deterioro o mejoría.
4.Ayuda a diagnosticar el deterioro y facilita el seguimiento y la evaluación de los tratamientos
implementados. La evaluación funcional no hace diagnóstico de enfermedades, pero detecta el
deterioro y constituye el puntapié inicial para comenzar una evaluación más profunda del paciente.
5.Crea un lenguaje común entre quienes se dedican a la atención de pacientes ancianos, lo que
facilita el encuadre real del paciente, fundamental para la toma de decisiones.


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